#CartasAlDirector | La columna de Don Juan León: «Siguen pasando cosas»
Y siguen dándose situaciones curiosas en este nuestro quehacer diario. Y las sigo compilando, qué remedio, y enumerándolas. Y a esperar qué opinan de ellas, que a fin de cuentas es lo único que me interesa. Ahí les muestro otra pequeña selección de ellas:
1.- ¡Qué diferencia entre esas barriguitas graciosas de nuestros pequeños y las orondas de los mayores! Las primeras tan atractivas y salerosas, como con ‘ángel’; las segundas, tan hinchadas y voluminosas, como antiestéticas.
¿Y saben cuál es la mayor diferencia? Que nuestros parvos ‘enanos’ no se la miran y nosotros no dejamos de observarlas cada día. En invierno, frente al espejo; y en verano, en la piscina o en la playa, de arriba a abajo. Y es que nos volvemos tan ‘presumidos o coquetos’…
“Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”, escribía Miguel de Cervantes Saavedra y Fajardo. Buero Vallejo añadía: “Todos queremos ser distintos de cómo somos; y hay que buscar la manera de lograrlo sin desesperarse”. Pero el quid de la cuestión está en Arthur Murphy: “La alegría es el ingrediente principal en el compuesto de la salud”. Así es que vamos a procurar estar alegres o aparentarlo.
2.- ¿Han reparado en esos bostezos consistentes, laboriosos y prolongados? Son todo un cursillo médico aplicado, ya que se observan las caries, los empastes y los puentes de la boca, amén de las amígdalas y la úvula de la garganta. Con algo más de imaginación aparecen en escena las cuerdas vocales. El rostro se contorsiona, los ojos se ‘achinan’, se zarandean las mandíbulas y las lágrimas caen por doquier. ¿Y las expresiones? ¡Apocalípticas y pavorosas! Hay donde escoger para interpretar cualquier film de terror. Con solo llevarse la manita a la boquita… asunto solventado.
3.- ¿Cómo se pueden permitir las ventas de punteros láser, tan perjudiciales como peligrosos y de funestas consecuencias, por imprevisibles? Se venden hasta en las ferias y resulta, cuanto menos, inadmisible e intolerable. Las autoridades deberían poner coto a este ‘despelote’. La cuota de dejadez la monopolizan los padres y los mandamases por igual, haciéndoles el ‘caldo gordo’ a unos desaprensivos. Y si estos artilugios son llevados a un campo de fútbol, por poner un ejemplo, el espíritu cívico de los espectadores debería surgir espontáneamente y denunciar, in situ, a estos impresentables.
Ya lo dijo Confucio: “Quien comete un error y no lo corrige, comete otro error mayor”, aunque Cicerón llegó más lejos: “Humano es errar, pero solo los estúpidos perseveran en el error”.
4.- Recuerdo que en 1974 el Obispo de Málaga mandó una circular en la que aconsejaba reducir o suprimir las homilías en sus Parroquias en pleno estío, habida cuenta el calor reinante. Viene esto a colación porque en cualquier localidad se producen estos hechos y no se tienen en cuenta ni los letales fríos, ni los sofocantes calores, ni las incomodidades derivadas del gentío, ni las dimensiones del recinto, ni la pésima acústica…
Hacen acto de presencia las congestiones, lipotimias y sudoraciones, poblándose el habitáculo de abanicos y pañuelos.
He presenciado como se desenvolvían en repletos atrios personas mayores con muletas esperando, estoicamente, el fin de una misa, que conlleva a veces ‘charlas’ de hasta media hora en las que, incluso, se ‘abronca’ al personal de turno. Los feligreses cruzan miradas cómplices o sonríen estupefactos. ¿Así se van a recuperar ‘almas descarriadas’ para llevarlas al ‘redil’ adecuado? Pienso que la delicadeza, la motivación y la persuasión son las mejores armas para este menester.
Sin pretender pecar de inmodestia, creo que una cita de propio cuño explica lo que quiero transmitir: “La principal virtud de un orador debe ser la de saber cuándo finiquitar su alocución”.
5.- Animalada, atrocidad, brutalidad o salvajada son algunos de los sustantivos, abstractos todos ellos como el apartado que nos ocupa, utilizables para expresar la despiadada y sádica exhibición de esos preciosos animales, los ponys, por las ferias de nuestra piel de toro, aunque, a Dios gracias, cada vez se van viendo menos.
Es demencial observar a esos dulces equinos dar vueltas y más vueltas, durante horas. ¡No sé dónde está el espectáculo! ¿Culpar?, la implicación de ‘muchos’ está garantizada. El griego Heráclito de Éfeso sentenciaba: “Son los ojos testigos mucho más exactos que los oídos”.
6.- ¿Contagios? ¿Gripe A? ¿Coronavirus o Covid-19? ¿Lavados continuos? ¿Mascarillas? Estamos informados suficientemente, pero me voy a centrar en las incubadoras. ¿Cuántas personas al cabo del día nos estregamos por los pasamanos de las escaleras mecánicas de los grandes almacenes, por las barras de los autobuses y metros urbanos o por los ‘apoya-manos’ de los carros de la compra de cualquier supermercado? ¿Qué cantidad de ‘criaturitas de Dios’ chapodan esas densas e infectas atmósferas, tan vaporosas ellas, de las galerías por la que se accede a los andenes del metro? ¿Y los auriculares y los micrófonos de los teléfonos públicos? ¿Y los mandos a distancia de los hoteles? ¿Y el trasvase bacteriano de los probadores con los atavíos que intercambiamos? ¿Y las ‘sobadas’ unidades de los gimnasios cerrados o al aire libre en parques, paseos o playas? ¿Se quitan o se ponen los guantes (dependiente y cliente) al contacto de carne, fruta, pan, pescado o verdura?
Moraleja: ¡Mejor no saber ni lo ingerido, trasegado, tocado o respirado! ¡Es más ‘saludable’!
7.- La proporcionalidad indirecta se da profusamente en este mundo de hoy y presenta una relación inversa al aprovechamiento por mor de la tecnología: ‘ciber’, consolas, Internet, ordenadores, reproductores, vídeos, tablets… pueden ‘distraer’ al personal discente y repercutir en el alargue de sus estudios, además de crear malos hábitos por la ausencia del trabajo personal tan necesario. No es, obviamente, una generalidad, pero sí representa un peligro latente.
El gran Publio Terencio Afer escribió: “Mala cosa es tener un lobo (tecnología) cogido por las orejas, pues no sabes cómo soltarlo ni como continuar aguantándolo”. Disculpen la ‘frivolité’, pero todo se ha de dar en su justa medida.
8.- Síndrome post-vocacional… Luis Aguilé cantaba aquello de “Es una lata el trabajar, todos los días te tienes que levantar…”; o Mecano, “Hoy no me puedo levantar…”. Aplicado a la vuelta al trabajo después de unas vacaciones, ¡van a llevar razón! Máxime cuando ya hay estudios pormenorizados de incidencias negativas sobre el rendimiento profesional (‘depre’, ‘surmenage’…) y el absentismo laboral.
¡Cómo ha cambiado el patio en unos años! Y la paradoja o el contrasentido, tanto echar currículos, aprobar oposiciones, pasar pruebas específicas o estar ‘machacado’ durante años para acceder a un puesto de trabajo y resulta que acabas agobiado, estresado o deprimido. “Para ese viaje no hacían…” Acaben el dicho y pregúntense por donde deambulan la vocación y la responsabilidad, esas acepciones casi obsoletas para los días que corren.
9.- ¿Agujeros en la capa de OZONO? “¿A quién le importa…?”, cantaría la ‘azanahoriada’, por entonces, Alaska. Conocida es la ‘disímil y especial preocupación’ que tienen los gobiernos de naciones y países por controlar las emisiones de gases, que contaminan la capa de este preciado gas y que nos están acarreando funestas consecuencias. ¿Por qué no empezar por los sprays caseros?: abrillantadores, ambientadores, atomizadores de bolso, desodorantes, lacas, ‘perjúmenes’ de todo tipo… Todos, sin excepción, poseen unos componentes gaseosos y nocivos, que una vez liberados, van a parar, indefectiblemente, a la atmósfera. Lean sus ingredientes y reparen en el butano, isopropano, propano… ¡Perversa o proterva actitud!
10.- ¿Apócopes y diminutivos?: Transcurren meses en los que una pareja, casada por la Iglesia, por lo civil o de hecho se devanan los ‘sesos’ buscando un nombre apropiado para el vástago o ‘vástaga’ (‘vastague’ no cuela) que va a nacer. Finalmente, se les enciende la ‘bombilla’ y deciden llamarlo Adrián, Manuel, Susana o Francisca. ¡Tiempo perdido! Al neonato se le llamará Adri, Manu, Lolo, Manolito, Susi, Susanita, Paqui o Paquita.
11.- Sueño… Una cita de propio cuño: “No me gustaría abandonar este mundo habiendo dicho: ¡Cuánto tiempo desperdiciado!”.
Sin embargo, perdemos más de un tercio de nuestra existencia durmiendo… ¡y después nos vamos a ‘jartar’! Si la vida estuviera montada de otra forma, ¿cuántas cosas podrían hacerse disponiendo de todo ese tiempo.
12.- A los ‘españolitos de a pie’ nos va la ‘marcha’. Así es que ¡una de VIOLENCIA marchando! Embolatados, engañados con mentiras, y quizás imbuidos, como cuentan muchos historiadores, en ese espíritu belicista que nos dejó la guerra contra el francés, nuestro carácter se vio alterado y surgieron improntas como lo temperamental, lo violento o lo visceral. Fue la Guerra de la Independencia una contienda atroz, cruel, descarnada y despiadada, pues un pueblo, invadido y desarmado, tuvo que echar manos de cuchillos, guadañas, hoces, rastrillos, tijeras… y de todo aquello que le pudiera servir para la causa. Gracias a Dios el embeleco y el embuste acabó en una buena zurra, ¡cuestión ésta que el ‘gabacho’ no olvida!
¿Inspiró este acontecimiento al ilustre Antonio Machado a escribir?: “En España de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. Sinceramente, no lo sé, pero me vale.
Pues ya está dicho todo. Seguiremos buceando o zahondando en estas peculiaridades de nuestro ‘mundo mundial’ para contárselas, siempre y cuando conserven la infinita paciencia de leer estos artículos, pergeñados tan solo por la afición desmedida de juntar palabras con la saludable intención de agradarles. Tengan por seguro que este propósito es factor común de cuantos colaboramos en esta modesta y a la vez ilusionante tarea.