La columna de Don Juan León | “Aunque supiera que mañana se acaba al mundo, hoy plantaría un árbol”

La columna de Don Juan León | “Aunque supiera que mañana se acaba al mundo, hoy plantaría un árbol”

Amar la naturaleza y disfrutar de ella desde la máxima consideración y respetar el equilibrio de los ecosistemas que la forman y los seres vivos que la habitan, amén de hacer un uso responsable del agua… nos viene a demostrar que todos, casi sin excepción, somos…  ¡ecologistas!

“Aunque supiera que mañana se acaba al mundo, hoy mismo plantaría un árbol”. Esta frase de Martin Luther King engloba el sentir de lo que aquí se va a tratar.

Esta es la teoría a favor, los pros; pero, el fiel de la balanza puede inclinarse peligrosamente hacia la vertiente de los contras. Analicemos la cuestión:

Se denuncia sistemáticamente la sobreexplotación de recursos y la escasez de ellos; el cambio climático; la contaminación por residuos y vertidos; el calentamiento global por la aparición en el aire de cloro y bromo, que aumentan los orificios, ya considerables, de la capa de ozono… 

El artículo 148 de la Constitución nos lo aclara: 

Las competencias en Medio Ambiente pertenecen a las Comunidades Autónomas, así como el colectivo de guardias forestales; reafirma las funciones de vigilancia del Medio Natural; fomenta la prevención, detección y extensión de los incendios; y el aprovechamiento y restauración del Medio Natural, entre otras cuestiones.

La figura del guardabosques o del agente forestal se dedica a la protección y conservación de áreas naturales o silvestres y sitios históricos y naturales. Existe en España una plantilla de, aproximadamente, 5500 agentes, que se distribuyen de la siguiente manera:

Andalucía, 1000; Castilla – La Mancha, 550; Galicia, 547; Cataluña, 502; Aragón, 350; Extremadura, 300; Comunidad Valenciana,264; Asturias, 254; Madrid, 230; País Vasco, 173; Navarra; 128; Cantabria, 125; Murcia, 105; Islas Canarias, 99; La Rioja, 81; e Islas Baleares, 56. Ceuta y Melilla no tienen ninguno.

Y dos apuntes: 

España es el segundo país de la Unión Europea con mayor proporción de bosques, ¡cincuenta millones de hectáreas!, solo por detrás de Suecia.

Rusia ha suprimido setenta mil agentes, a pesar de cubrir el 23 % de la superficie boscosa del planeta.

Hasta aquí todo normal, pero veamos otros aspectos: 

Los ecologistas o ambientalistas cobran subvenciones para desarrollar su labor, pero impiden que se limpie el monte para no romper ‘microfaunas’, no dejan pastar a los ganados que desbrozan los montes que arden por no estar limpios y prohíben los cortafuegos, los caminos o sendas que den acceso a la maquinaria apropiada para la extinción de los fuegos. ¿Consecuencia?: la destrucción del territorio rural.

De todo ello culpan al cambio climático, pidiendo más ayudas para luchar contra él. Las dehesas y los cotos de caza son gestionados y cuidados por los ganaderos y cazadores, con sus guardias, capataces y mayorales al frente y no esta panda de inútiles y estultos que nos gobiernan, influenciados por un imperante ecologismo de bar de universidad progre al que abrazan con fruición, y que se desplazan en “helicópteros Super Puma o “Fálcones” allá donde quiera que van, sin importarles el dispendio (¡lo pagamos nosotros!) y la contaminación. De ahí que se quemen Parques Nacionales y no esos bosques de encinas, alcornoques y otras especies, que configuran unos ecosistemas únicos en el mundo y que son tratados como oro en paño.

No se mide por el mismo rasero a los delincuentes medioambientales, que salen impunes o con condenas ridículas, después de actuaciones como:

Manifestaciones o movilizaciones; encadenamientos a edificios o maquinaria; paralización de obras o actividades; encaramarse a edificios descolgando pancartas; impedir la entrada de personas o maquinaria; fotografiar residuos tóxicos (Almadén, 1991); declaraciones contra el director-conservador de un Parque Natural (CEPE, 1998); editar bonobuses gratuitos (Aedanat, 1988); daños contra la propiedad privada; desobediencia a la autoridad; coacciones; desórdenes públicos…

Me hago algunas preguntas, producto de la observación directa y de la ‘curiosidad curiosa’ de algunas situaciones, por pintorescas, anacrónicas, cómicas e, incluso, aberrantes:

1.- Los cauces de los ríos, cegados por la maleza, ¿no deberían ser limpiados con más asiduidad? Las corrientes que bajan desde una altura considerable y que son de curso corto pueden provocar, y de hecho se producen, incontables riadas con daños humanos y materiales. A unos metros de la desembocadura del río Seco de Almuñécar en la playa de san Cristóbal fueron ‘avistadas y recolectadas’ cinco hermosas calabazas… por poner un ejemplo.

2.- Las aves, como las golondrinas, golondrinos y golondrines y las gaviotas, gaviotos y gaviotes (¡qué bien suena y qué bien quedo!), por poner algunos ejemplos, merecen una atención especial. 

Los niditos de amor de las primeras, elaborados con tanto entusiasmo y esmero y en plenos efluvios primaverales, exornan las fachadas de los edificios, tanto públicos como privados, y no se pueden demoler; pero, la pregunta mana fácil, ¿quién limpia los alféizares y las barandas de las ventanas de mármol, ladrillo o aluminio? ¿y los suelos de las terrazas, que pierden hasta el color por la corrosión de sus excrementos? Eso sin contar los cánticos ‘poéticos, bucólicos y lúdicos’ de los ‘gurripatos golondrinescos’ que, a un ritmo monocorde y desaforado, festejan el nuevo día. Para estas aves emigrantes representa todo un reclamo turístico.

 Las segundas, que habitan en colonias por su palmaria capacidad de comunicación en costas, lagos, lagunas o mar con playas, carroñeras, peligrosas, depredadoras (puede destruir un ecosistema por dejar sin comida a otras especies), verdadera plaga aviar, llamadas ‘ratas del aire’, deambulan paseando por las calles, devoran todo lo que encuentran en su camino (animales marinos, insectos, vegetales, carroña, palomas, huevos de pájaros, pollos, ratas…) y con sus siringes en carne viva y estiramientos de cuello emiten graznidos y galanteos con fines procreativos. 

Sus deposiciones ‘reposan’ en farolas, vehículos, vía pública o azoteas, con el consiguiente peligro para la capa asfáltica y la estética más elemental.

La perspectiva para los hoteles y negocios limítrofes con estas aves es infame: suciedad, ‘gorgoritos’ que empiezan ya de madrugada, ‘tiernas’ persecuciones, atentado contra el deseado y necesario descanso… 

¿Una virtud? Que son monógamas, se juntan… ¡y ya ‘pa toa’ la vida!

La columba livia, conocida como paloma, palomo o palome (¡qué alegría produce aprehender conocimientos!) completa el cuadro. Transmite enfermedades como la criptococosis con los mismos síntomas de la neumonía o la meningitis, histoplasmosis (pulmonar y hematógena) o la psitacosis (infecciosa) a través de sus tóxicas y corrosivas heces, y nos ‘entretiene’ con su enervante zureo. ¿Qué más podemos desear? Mientras les echen de comer en las playas o desde los balcones obtengan el sustento…

¿No se podría estudiar la manera de erradicar estas aves y así velar por el esperanzador turismo? Ya sé que contratar halcones o zorros no sería aconsejable. ¡Hasta ahí llego!

3.- Las mascotas son, generalmente, fascinantes; pero, arrojarlas a la calle, cuando están de más, o verterlas a estanques, embalses, lagos o ríos… no es de recibo y sí de juzgado de guardia.

4.- ¿Qué piensa un ecologista cuando presencia 200000 HA quemadas a lo largo del 2022 (solo hasta julio), superando el desastre anterior de 2012? Solo nos sigue Rumanía y, ya alejados, Portugal, Francia y Croacia. 

¿Y un animalista al ver calcinadas esos cientos de ovejas, amén de ganado bovino y porcino? ¿Qué se le argumenta a esos ganaderos?

5.- Al cagafierro e inmoral, que responde a los sinónimos de repelente, repugnante y repulsivo, se le denomina técnicamente pirómano.

Pido para estos siniestros personajes condenas íntegras, sin amnistías, permisos o reducciones de pena, que su nauseabundo esqueleto repose en un buen colchón y que esté bien alimentado para que plante árboles desde la salida hasta la puesta de sol… ¡así nos durará toda la sentencia! 

Frank Lloyd Wright escribió: “Ama la naturaleza, estudia la naturaleza, rodéate de naturaleza. Ella nunca te va a fallar”. Y el sacerdote madrileño Pedro Calderón de la Barca apostilló: “El verde es el principal color de la tierra, a partir del verde sale su hermosura”

                                       Juan de León Aznar, verano’2022

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Comentarios

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    Juan castro pinillos. 3 años

    Muy buen artículo. Más allá de toda la verdad que encierra, me resulta muy importante el mensaje hacia esos progres impresentables como son los ecologistas y animalistas que no dejan de ser unos autęnticos pelajustranes y abrazafarolas.

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