
La Columna de Don Juan León | “La libertad es el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír”
Mariana Rafaela Gila Judas Tadea Francisca de Paula Benita Bernarda Cecilia de Pineda Muñoz (el ‘nombrecito’ ocuparía las dos caras de una tarjeta de visita) fue una liberal granadina del siglo XIX y una de las múltiples víctimas de uno de los reyes más nefastos del ‘mundo mundial’, Fernando VII (1784 – 1833)
‘Cogollos’ con ‘el Deseado’ o ‘el rey Felón’, al que el pueblo gaditano gritaba ‘vivan las caenas’, ya que preferían, obviamente, abrazar la monarquía antes que estar sometidos a nuestros invasores vecinos gabachos o franchutes, allá por la Guerra de la Independencia (1808 – 1814).
Nació nuestra heroína en Granada un 1 de septiembre de 1804, se casó a los 15 años, se hizo cargo de sus dos hijos pequeños (José María, 1820, y Úrsula María, 1822) tras enviudar a los 18 años por el fallecimiento de su esposo Manuel de Peralta y Valle, y murió ejecutada por el cruel invento español del garrote vil (collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola, que al girarlo causaba la rotura del cuello), también en Granada, el 26 de mayo de 1831, a los 26 años de edad.
Fue ejecutada en plena Década Ominosa (1823 – 1833) por no querer delatar a sus compañeros liberales que luchaban contra el ‘absolutismo absoluto’ del rey y por encontrarle una bandera liberal, colocada a propósito, que llevaba medio bordadas las tres palabras que resumían el ideal liberal: LIBERTAD. IGUALDAD. LEY.
Desde entonces se convirtió en una mártir por la libertad, que es el asunto que hoy nos trae este anecdotario ochenta y seis.
Y es que nos referimos, sin más, a la libertad o facultad que tenemos de obrar de una forma u otra, o de no obrar, siendo responsable de nuestros actos, ya que actuamos por propia voluntad sin que nos impongan un criterio al que seguir o que, para más inri, éste pretenda limitar actuaciones o cercenar decisiones.
La búsqueda de este ideal ha inspirado a muchos artistas, escritores y filósofos a plasmar sus impresiones de manera muy recreativa, así es que escojo estas tres citas:
“La libertad es el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír”, que es una apuesta del novelista, periodista y ensayista británico, aunque nacido en la India, George Orwell (1903 – 1950), seudónimo de Eric Arthur Blair, por la libertad de opinión.
Con la frase: “La libertad, cuando comienza a echar raíces, es una planta de rápido crecimiento”, George Washington (1732 – 1799), el que fuera primer presidente de los Estados Unidos, quiere decir que nos preocupamos de muchas más cosas cuando vivimos en libertad.
Y una postura loable respecto a la libertad la expresa el filósofo francés Jean – Jacques Rousseff: “Prefiero la libertad con peligro que la paz con esclavitud”.
‘The Saturday Evening Post’ era una muy afamada publicación americana hasta 1971, que se jactaba de no haber permitido el menor asomo de erotismo… hasta que cambió de director. El nuevo ‘jefazo’ permitió la publicación de una novela por entregas titulada “La mujer pelirroja”.
Al final del primer capítulo, la protagonista y secretaria, tomaba una copa en casa de su jefe, en ausencia de la esposa de éste y en plena noche; el segundo episodio comenzaba con la pareja desayunando juntos.
Fueron tantas las cartas de protesta de los puritanos y mojigatos lectores que, como encabezamiento del tercer capítulo iba un recuadro donde podía leerse:
“The Saturday Evening Post no puede responsabilizarse de lo que los personajes de sus folletines hagan entre una y otra entrega” … ¡libertad de pensamiento!
A punto de tomar el barco que lo traería de vuelta a Europa desde Buenos Aires, un grupo de amigos argentinos pidió a don Jacinto Benavente Martínez (Madrid, 1866 – 1954), dramaturgo, guionista, director de cine y Premio Nobel de Literatura en 1922, que dijese algo de la Argentina, y él dijo:
“¡Argentina, bendita sea tu madre!”.
Cualquier compilación de anécdotas que se precie debe consignar el hecho de que Enrique IV (Pau, Francia, 1553 – 1610) sospechoso de simpatizar con los protestantes y, por tanto, viéndose obligado a luchar para defender sus derechos al trono de Francia, decidió hacer pública manifestación de fe católica, diciendo la que quizá sea la frase más famosa del anecdotario universal:
“París bien vale una misa” … ¡libertad para cambiar de parecer!
Fue rey de Navarra entre 1572 y 1610 y rey de Francia desde 1589 al 1610, año en el que fue asesinado por el fanático católico François Ravaillac de dos puñaladas mortales, sucediéndole su hijo, Luis XIII. Ha sido considerado como el mejor monarca francés, muy amado por su pueblo por su carácter compasivo.
Durante la Revolución Francesa (1789) los cuerpos de los reyes, reinas, príncipes, princesas y nobles inhumados en la basílica de Saint-Denis fueron extraídos de sus féretros, profanados y enterrados en una fosa común fuera del edificio. Su cuerpo fue expuesto durante varios días al público, sufriendo todo tipo de mutilaciones, entre ellas la de la cabeza.
Pero, como colofón, me quedo con una deliciosa cita del abogado y orador estadounidense Robert Green Ingersoll (1833 – 1899), conocido como Bob Ingersoll:
“Lo que la luz es para los ojos, lo que el aire es para los pulmones, lo que el amor es para el corazón, la libertad es para el alma del hombre”, que resume el papel que juega la libertad en las necesidades del hombre para su crecimiento personal.
Juan de León Aznar… ¿por dónde vamos San Crispín? (el santo de hoy’2025)


